Desde la psicología – Pedro T. Sánchez

La Escucha implica algo más que dejar hablar y oír, exige de nuestra plena atención e interés. Pocas cosas hay tan importantes y gratificantes en la relación profesional como escuchar y ser escuchado. La Escucha (“activa” según la denominación impulsada por Carkhuff o “empática” para Rogers) es una habilidad que requiere de un aprendizaje basado en:

1. Reconocer la propia actitud: Cuando se trabaja en contextos de sufrimiento se suelen generar mecanismos y barreras defensivas para distanciarnos del dolor ajeno. No se puede acoger ni aliviar al otro manteniendo esas barreras. Si el sufrimiento tiene que ver con descubrir o sentir la vulnerabilidad que es parte esencial de nuestra condición como personas, necesitamos encontrar la fórmula para hacerle sitio en la relación. Solamente así podremos aliviar el sufrimiento, consiguiendo que se sienta entendido y aceptado.

2. No presuponer nada: Cada uno de nosotros tenemos nuestras propias necesidades y preocupaciones, por mucha experiencia que tengamos en un campo de trabajo siempre existen las sorpresas; como aquella persona que temía poder contagiar el cáncer que padecía a sus seres queridos mediante la comida. Presuponer es una forma habitual de equivocarse, cuando cuesta tan poco preguntar.

3. Ayudarle a concretar: Lo que sabe, lo que quiere saber, lo que le preocupa, lo que teme, lo que le molesta… A veces los pacientes y sus familiares no terminan de entender bien lo que sucede y sacan impresiones equivocadas. A menudo la situación les bloquean y se quedan en blanco. Debemos animarles a resolver sus dudas, a hacer preguntas concretas, incluso si es necesario que las traigan escritas. Las tensiones y preocupaciones que generan las dudas no resueltas perjudican la adherencia al tratamiento y condicionan probablemente su respuesta.

4. Centrarse en lo que se puede hacer y mantener una actitud positiva: Las lamentaciones no sirven de nada, lo que en el pasado se hiciera o se dejara de hacer no aporta nada a la situación actual. Aunque hoy en día a pesar de los indicios no hay ninguna evidencia que demuestre que la actitud de una persona o de su familia puede aumentar la supervivencia, la actitud positiva influye en la calidad de vida a lo largo de la experiencia con el cáncer. Tener una postura positiva significa centrarse en lo que se puede hacer, optar por ocuparnos frente a preocuparnos. Por muchas limitaciones que se tengan, siempre quedan cosas que se pueden hacer.

5. Fomentar la Esperanza: Lo imposible viene definido por lo que no puede ser, lo posible se define por su probabilidad de ser. La esperanza no tiene nada que ver con lo imposible que es el campo de la Fe -algunos teólogos definen la Fe como esperar contra toda esperanza-. Fomentamos la esperanza en la medida que nos ofrecemos a agotar las posibilidades de lo posible, ¡Que más (y que menos) podemos esperar de alguien!. Si la comunicación es una de las tareas fundamentales de la práctica clínica, conseguir establecer una buena escucha con el paciente y sus familiares es un claro signo de una buena práctica clínica.

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